Quería hacer una sección de símbolos pulperos con intenciones políticas, y no se me ocurría el nombre adecuado para encuadrarlos. ¿Simbología, iconografía, publicidad, anagrama…?
Seguramente hay una palabra más adecuada, pero al final he optado por llamar esta sección como “Stencil’s Octopus” (la palabra stencil siempre la identifico con el inglés, porque aquí no ha calado demasiado). Pero me gusta el carácter político que suelen tener estas pintadas hechas con plantilla, y me gusta la sencillez de los grafismos.
Comencemos con un stencil identificafivo. Si me está leyendo, usted está en MondoPulpo
Stencilrevolution
Mientras que a la mayoría de nosotros la palabra "stencil" no nos dice nada, crece en internet un site llamado Stencil Revolution. Un proyecto que incluye, entre otras, un archivo de alrededor de 10.000 fotografías, links a dos docenas de proyectos similares y hasta un buzón para donaciones en dinero. ¿Qué significa todo esto? ¿Estamos una vez más marginados de una revolución que ocurre en el primer mundo? ¿Tendremos que esperar años para tener noticias y empezar a experimentar sus primeros síntomas?
Sí y no. La presencia en la ciudad de piezas elaboradas mediante la técnica del stencil (aquello que ellos llaman "la revolución del stencil") es ya tradicional en el paisaje urbano latinoamericano. El "stencil", una palabra que no existe en español, puede definirse básicamente como la técnica de impresión mediante el uso de plantilla. La pintura se aplica sobre el molde y el juego entre zonas enmascaradas y zonas libres describe la forma deseada. Es una técnica muy barata (no requiere ni equipos ni materiales sofisticados y con una sola plantilla se pueden hacer muchas impresiones) y si es ejecutada con precisión puede dar resultados de muchísima calidad. En nuestras ciudades es sólo cuestión de poner un pie en la calle y un ejemplo de impresión por stencil sale al paso: las tablas de buseta, el rostro de un político sobre una roca en la carretera, los motivos navideños que se hacen con Navinieve, los animales impresos sobre las carpas de camiones de transporte de carga, las letras de infinidad de avisos y en general todas las piezas que se imprimen mediante screen (desde los calzones de buseta hasta los uniformes de los emboladores que llevan publicidad en la espalda). El stencil es pues un técnica habitual por aquí y su proliferación responde básicamente a razones económicas: siempre será más barato hacer un stencil que bajar películas o imprimir una valla. La imperfección y cierto primitivismo en el resultado final son características que le son inherentes a su condición de técnica manual y son de las que ha intentado alejarse el primer mundo (y los primeros munditos que hay en nuestros paises tercermundistas) mediante técnicas industriales de rotulación. Pero son esas mismas características que podríamos llamar artesanales las que ahora están llevando a recuperar, para nuevos propósitos, la técnica del stencil.
En la medida en que las comunicaciones de alta tecnología han crecido -dice Tristan Manco en el libro "Stencil Graffiti"- la reciente explosión del arte callejero del stencil debe ser entendida como una reacción low-tech. De modo que más que una técnica, en los países del primer mundo el stencil significa una acción política: no sólo por el hecho evidentemente ilegal de rayar las calles, sino porque es una manera de oponerse a la producción industrial, una técnica que permite fabricar y publicar mensajes a un público masivo sin necesidad de someterse al sistema de medios, un grito de individualidad en medio de un mundo seriado. No es casual entonces que estemos ante el reencauche de una técnica que fue clave para (y que ejecutaron con virtuosismo) los movimientos de izquierda de la segunda mitad del siglo XX: hoy como en aquel entonces había que encontrar la forma de masificar mensajes que estaban impedidos a circular por el sistema oficial de comunicaciones. El crecimiento y progreso del stencil contemporáneo (un movimiento que ya tiene bibliografía, publicaciones periódicas y hasta un festival anual en Melbourne, Australia) es de lo que da cuenta stencilrevolution.com.
Con la rapidez con que el sistema de consumo se apropia de las expresiones y de los medios propios de los grupos de contracultura, es difícil determinar el verdadero espíritu de este boom del stencil: se supone que el stencil es subversivo pero MTV ya rota clips y cortinas diseñados mediante ésta técnica y el booklet del último CD de Madonna es una obra maestra del stencil pasado por Photoshop. En la misma galería de Stencil Revolution se mezclan piezas sin sentido con inteligentes protestas que insinuan el respaldo de posiciones ideológicas sólidas reales (la misma Adbuster Media Foundation www.adbuster.org ha hecho del stencil una de sus armas favoritas para el sabotaje corporativo) y obras de gráfica urbana de una sofisticación que uno creería imposible para semejante técnica. Lo que por lo menos es claro es que en la esfera del diseño gráfico el stencil, con su fuerza y salvajismo visual, está oxigenando la gráfica. Y en esto tienen mucho que ver el boom del diseño vectorial y el regreso del punk, pero sobretodo esa especie de cansancio de la belleza y la normatrividad del paisaje gráfico de los entornos urbanos.
En el primer mundo más que una técnica, el stencil es un lenguaje. Un lenguaje que habla del poder del individuo anónimo y del derecho a hacer de la callle un tabloide. En este sentido, y con condiciones reales de dificultad de acceso a los medios, en Colombia está todo por hacer. Están todos los transformadores de luz por rayar.
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