Pulpo hoy, pulpo mañana


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El presente artículo fue publicado en el Periódico electrónico de la Universidad de Santiago de Compostela (xornal.usc.es) en Agosto de 2000. Una versión abreviada apareció en La Voz de Galicia el 4 de Agosto de 2000. Este artículo pretende ser una reflexión sobre el problema de la gestión de las pesquerías artesanales costeras en Galicia, como consecuencia de la polémica planteada entre administración y pescadores por el plan experimental de pesca del pulpo.

* Departamento de Bioloxía Animal, Bioloxía Vexetal e Ecoloxía, ** Facultade de Socioloxía, Universidade da Coruña

Por Juan Freire * y Antonio García-Allut**

La actual crisis de la pesquería de pulpo en Galicia no es más que uno de los capítulos finales de una historia de sobre-explotación de nuestros recursos costeros. A lo largo de todo este siglo, se han producido situaciones similares, algunas de ellas ya sin posibilidad de solución: los colapsos de las pesquerías de ostra autóctona, langosta, boi, bogavante; la casi o total desaparición de especies como la sama, el pargo, el dentón, etc. antes presentes en nuestro litoral; o la "silenciosa" disminución de especies como el rodaballo, coruxo, pancho, santiaguiño, trancho, abadejo, etc. constituyen sólo algunos ejemplos de la reciente historia del ecosistema costero gallego. Pero, a diferencia de antaño, ahora, las opciones para elegir recursos pesqueros alternativos, son menores. En caso de un colapso o desaparición de la pesquería de pulpo, ¿hacia qué nuevo recurso orientarían los pescadores su actividad?
Hasta hace unos treinta años, los pescadores artesanales basaban su supervivencia más en una estrategia de diversificación pesquera que de especialización. Actuaban con diferentes artes sobre un rango amplio de especies que en su conjunto contribuían al sostén de sus hogares. Pero la discreta y progresiva disminución de muchas de ellas hizo que el pulpo apareciese, a partir de principios de los 80, como el recurso fundamental sobre el que se centra nuestra flota artesanal. Pocas discrepancias existen en el diagnóstico del problema. Administración y Pescadores coinciden en argumentar: a) una excesiva presión pesquera por parte de los diversos sectores de la flota y b) el incumplimiento de las normativas pesqueras, como las causas principales de la reducción y virtual colapso de numerosos stocks. Sin embargo, ambas partes se distancian en cuanto al tipo de soluciones. La Administración se empeña en incrementar el número y exigencia de las medidas técnicas de regulación. Los Pescadores, por otro lado, tachan estas medidas de inapropiadas, pues hacen cada vez más costosa, en términos económicos y de esfuerzo humano, la actividad. En la actual "crisis del pulpo", uno de los puntos a negociar entre Pescadores y Administración es el de regresar con las nasas a tierra cada fin de semana. Sin embargo, ¿qué ventajas reales supone llevar las nasas a tierra diariamente en lugar de traerlas sólo el fin de semana o dejarlas permanentemente en el mar? En teoría da la impresión de que la respuesta más beneficiosa para el porvenir del pulpo es traer las nasas a tierra con la mayor frecuencia, pero ¿quién y cómo se puede controlar el cumplimiento real de esta norma? ¿De cuantas maneras posibles se puede disimular una nasa en el mar? . O simple y llanamente: ¿qué impacto tiene para el futuro del pulpo que algunos barcos estiben diariamente unas nasas en tierra si en la práctica dejan un numero equivalente o superior en el mar? Así, estamos inmersos en un proceso de discusión continua sobre la bondad de las medidas técnicas propuestas por la Administración. Bajo nuestro punto de vista, esta discusión es totalmente estéril mientras el modelo de gestión existente, centralizado, con una Administración reguladora paternalista y un sector que se limita a cumplir (o tratar de incumplir) las regulaciones, no se modifiquen. No tiene sentido discutir sobre medidas concretas, cuando es evidente que el control de su cumplimiento es muy difícil, por no decir imposible. ¿Qué coste económico tendría la vigilancia efectiva de más de 8,000 barcos trabajando a lo largo de más de 1,300 km de litoral? Y, ¿quién debería sufragarlo?
Primero debemos asegurarnos un sistema de gestión que genere las condiciones de una aplicación efectiva (y no sólo legal) de las regulaciones, y sólo después podremos iniciar un debate técnico. Está claro que en este proceso es imprescindible contar con la participación de los pescadores. Baste mirar a nuestro alrededor. Los éxitos recientes de los planes de explotación del percebe o del marisqueo de bivalvos en nuestras costas son una consecuencia directa de la opinión y decisión de los pescadores a través de sus Cofradías en colaboración con la Administración. En otras áreas geográficas en los que se dieron problemas similares a los nuestros (y que no se encuentran precisamente en la próxima Europa, sino en países como Chile, Canadá o Australia), en donde la pesca de marisco en ecosistemas costeros tiene gran importancia, deben su éxito actual a la puesta en práctica de un nuevo modelo de gestión basado en la participación conjunta de Administración-Pescadores y en la implantación de sistemas de derechos tradicionales de uso territorial. Hoy en día, la conducta productiva de muchos pescadores en el mundo, está motivada por el deseo de incrementar sus ganancias o sus capturas en el menor tiempo posible. Algunos economistas de mediados de este siglo ya plantearon que un comportamiento guiado por esos objetivos conduciría al agotamiento de los recursos. Es decir, cuando los recursos pesqueros son explotados con un sistema de acceso abierto, el pescador busca maximizar las capturas de forma inmediata (y si es necesario, desarrollar prácticas alternativas a las limitaciones impuestas por las regulaciones), obteniendo el máximo rendimiento a corto plazo pero comprometiendo seriamente la sostenibilidad de los stocks. El pescador, como todos los humanos, es racional e inteligente, y busca, a falta de otros sistemas de organización, su éxito particular, dado que no tiene capacidad ni la oportunidad de incidir en el futuro de los recursos o de la sociedad en la que vive. Cuando ese mismo grupo de usuarios, los pescadores en nuestro caso, obtiene un derecho de explotación de los recursos, su estrategia cambia radicalmente, dado que sus objetivos individuales pasan a coincidir con los del colectivo. En estos momentos se establecen sistemas de control y gestión efectivos y poco costosos. ¿Cómo podemos desarrollar un sistema de este tipo en Galicia para la pesca artesanal? Contamos con dos grandes ventajas: a) la mayor parte de los recursos explotados por la flota artesanal tienen una fuerte estructura espacial formando stocks diferenciados y relativamente sedentarios a lo largo de la costa, y b) las flotas artesanales de las diferentes comunidades costeras han utilizado tradicionalmente áreas de pesca propias como una forma de minimizar los costes y conflictos entre vecinos. Por tanto, se podría establecer un sistema de derechos de explotación de recursos pesqueros (no de propiedad del recurso que permanecería en manos de la sociedad) otorgados a las diferentes comunidades, basados en los territorios donde históricamente han venido pescando. El papel del pescador, y en concreto el de la comunidad, pasaría a ser (y de hecho ha sucedido en el marisqueo o con el percebe) de co-gestor, junto con la Administración, y vigilante del cumplimiento de los acuerdos. La reducción de la incertidumbre que este sistema supone, permitiría una planificación a medio y largo plazo en la que la sostenibilidad biológica y económica constituirían los objetivos. Pero el cambio de modelo de gestión no significaría una dejación de las funciones de las autoridades políticas, sino una redifinición de su papel. El éxito de la co-gestión y el establecimiento de sistemas de derechos territoriales necesita de nuevos roles para políticos y técnicos, centrados en: la formación del colectivo, la participación como asesores y facilitadores en las tomas de decisiones y resolución de conflictos, etc. . Pero la historia que estamos viviendo en Galicia no es nueva. Algunos pescadores plantean la existencia de un proceso histórico cíclico en el que la sobre-explotación lleva al abandono por parte del sector de la actividad pesquera (habitualmente ligado a procesos migratorios), lo que conduce a una reducción del esfuerzo de pesca y a la futura recuperación de los stocks, lo que permite el inicio de un nuevo ciclo. Pero, la tecnología ha permitido un incremento continuado en nuestra capacidad de pesca (un mismo barco puede llevar hoy en día 10 veces más nasas que hace 10 o 20 años), y el número de pescadores ha sufrido también un incremento sostenido. Por estas razones, el nivel de sobre-explotación al que llegamos al final de cada ciclo histórico es cada vez mayor y afecta a un mayor número de recursos. Parece que, hoy en día, al contrario que en otros momentos históricos, no quedan nuevos recursos costeros para explotar. Por otra parte, la velocidad con la que se generan cambios sociales y económicos es actualmente muy superior a la de hace pocos años. ¿Qué situación socio-económica nos encontraremos dentro de unos años, tras este descanso obligado del mar? El sector artesanal sufre un proceso de envejecimiento, los jóvenes abandonan la pesca como forma de vida, por la incertidumbre económica que supone y por la existencia de alternativas más rentables y mejor valoradas socialmente. Posiblemente, dentro de unos años, no exista un colectivo heredero del actual dispuesto a reanudar la explotación de los recursos pesqueros siguiendo el presente modelo. Además, ¿qué sentido tienen las numerosas comunidades pesqueras gallegas si el rendimiento económico de la pesca se hace mínimo? Por tanto, no es difícil especular que, si en algún momento la pesca costera se volviese a mostrar rentable por la recuperación de los recursos, apareciese un nuevo estilo de explotación con un sentido más empresarial y con mayores exigencias sobre la propiedad de los recursos. Por otra parte, sin la presión de un colectivo en crisis, la Administración tendría menos problemas en otorgar dichos derechos. Este cambio de modelo de explotación podría llevar a una mejor gestión y conservación de los recursos con los beneficios económicos asociados. Pero, el papel de la pesca como factor de estructuración social y cultural en nuestra comunidad desaparecería y con él todo un bagaje de conocimientos que aun no hemos explorado.

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