El pulpo gigante encontrado en Florida


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El monstruo de Florida
Eduardo Carletti

Hace muy poco, el hallazgo de una masa gelatinosa en un playa de Chile (fue el 24 de junio de 2003, en la Playa Pinuno, Los Muermos, en la costa sur de Chile), revivió la memoria de un suceso similar ocurrido a fines del siglo 19.

El 30 de noviembre de 1896 encontraron varado en una playa de la isla Anastasia, ubicada a 18 kilómetros al sur de la playa St. Augustine, en la costa este de Florida, el cadáver mutilado y deteriorado de un gran animal. Esos restos de cuerpo tenían seis metros de largo, dos de ancho y uno de altura, pesaban entre cuatro y seis toneladas y poseían muñones de brazos de 25 centímetros de grosor, uno de los cuales medía casi diez metros. La carne era de un color rosa pálido, casi blanco, y tenía una consistencia muy dura, lo que la hacía muy difícil de cortar.

Según el doctor DeWitt Webb, fundador y presidente de la Saint-Augustine Scientific, Literary and Historical Society, el único científico que pudo estudiar directamente el cadáver, se trataba de un pulpo: la ausencia de esqueleto, la pequeñez de los escasos órganos internos que quedaban y la estructura muscular del cuerpo eran todas características de un octópodo.

El profesor Addison Emery Verrill (1839-1926), zoólogo de la Universidad de Yale y autoridad mundial en cefalópodos, le atribuyó un peso total, en vida, de unas veinte toneladas, y una envergadura de cincuenta a sesenta metros. Lo bautizó con el nombre de Octopus giganteus en el American Journal of Science en 1897. Poco después se retractó y afirmó que se trataba de los restos de un cachalote, algo similar a lo que ocurrió ahora en Chile, sólo que aquí se contó con todos los recursos modernos de identificación.

Meses después se lo movió con sogas para estudiarlo y no presentaba descomposición. Un detalle que indicaría que se trataba de un cefalópodo y no de un cetáceo, es que los restos permanecieron varados meses y durante todo este tiempo prácticamente no se produjo putrefacción. Si bien hubo intentos de hacerlo, resultó imposible conservar el gigantesco cuerpo. Es obvio que, con el tiempo, éste fue arrastrado de nuevo por el mar. Solamente se conservan unas pequeñas muestras en la Smithsonian Institution.

Bastante tiempo después se hicieron análisis histológicos sobre estos fragmentos, cuyos resultados fueron publicados en Natural History Magazine en 1971 por Joseph F. Gennaro Jr., biólogo de la Universidad de Florida, y Forrest Glenn Wood, especialista en biología marina del Naval Undersea Research and Development Laboratory de San Diego. También se hicieron análisis bioquímicos, publicados por Roy P. Mackal en Criptozoology en 1986. Los análisis confirman la identificación como un pulpo gigante: se trata de tejido de cefalópodo y no de mamífero.

Todo esto no es concluyente. En 1995, Sydney K. Pierce, Timothy K. Maugel y Eugenie Clark, de la Universidad de Maryland, y Gerald N. Smith Jr., de la de Indianápolis, realizaron otros análisis y consideraron que los fragmentos corresponden a la piel de un cetáceo.

También se discute este último resultado, diciendo que esos análisis confirman, por el contrario, la tesis de que era un pulpo. Los tejidos analizados resultaron estar formados por colágeno casi puro, y se ha dicho que la composición bioquímica de este colágeno y la ausencia de grasas son incompatibles con la hipótesis de que era parte de un cetáceo.

Varios motivos han inducido a suponer que estos pulpos gigantes pertenecen al suborden de los cirrados (Cirrata). En primer lugar, las llamadas "manos peludas" del Lusca. Los cirrados suelen tener una amplio manto que une los tentáculos entre sí, que hace parecer que el animal lleva una "pollera" y que sólo se vean las puntas de los tentáculos. También la ausencia de ventosas en el cadáver de Saint Augustine (aunque éstas suelen desprenderse de los animales muertos) y la presencia de dos muñones en una posición que se corresponde más con la de las aletas que poseen los pulpos cirrados que con la de los brazos.

Por último, la frecuente confusión en los testimonios visuales entre pulpo y calamar: Los pulpos cirrados, que tienen costumbres menos sedentarias que los incirrados (suborden Incirrata, los más comunes y conocidos, sobre todo porque son los que comemos), son más semejantes a los calamares en anatomía y comportamiento.

Si esta identificación es correcta, el nombre propuesto por Verrill, Octopus giganteus, no sería válido, puesto que el género Octopus pertenece al suborden de los incirrados. Se ha propuesto el nombre Otoctopus giganteus.

Fuera de las Bahamas, aunque no demasiado lejos, se han reportado testimonios similares, aunque menos comunes. En Cuba y en la península de Yucatán se ha atribuido a pulpos gigantes la muerte de dos personas que fueron atacadas en sus piraguas. La geología y la ecología submarina de esta última región son muy similares a las de las Bahamas.

Hubo también un informe aislado en Texas. A pesar de la proximidad en la costa de Florida, sin embargo, aparte del cadáver de Saint Augustine, sólo se cuenta con el testimonio de la tripulación del U.S. Chicopee A0-41, que en 1941 observó un enorme pulpo muerto flotando cerca del barco. Ambos cadáveres pudieron haber sido arrastrados por la corriente marina de Florida, que recorre la costa sudeste de los Estados Unidos desde las Bahamas hasta el cabo Hatteras, en Carolina del Norte.

Estos pulpos, que con seguridad deben vivir en las cuevas submarinas a menos de 300 metros de profundidad, para alimentarse saldrían principalmente por la noche. La base de su dieta debe de ser la langosta Panulirus argus, muy abundante en la región, y que puede alcanzar un metro de longitud y cinco o diez kilos de peso, además de otros crustáceos, moluscos y peces.

El comportamiento territorial de los pulpos les hace atacar e incluso trepar a los barcos que se acercan a sus guaridas. En varias ocasiones se ha constatado que son capaces de cortar los sedales más resistentes, incluso de acero, después de inmovilizarlos durante varios minutos.
Para leer el artículo completo en la revista Axxon : Monstruos del mar

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