La tinta de los cefalópodos


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Para qué sirve la tinta de los cefalópodos

Para la pesca de calamar se utilizan poteras, aparejo tradicional que consiste en un reclamo del tamaño de un dedo con una corona de anzuelos en su parte inferior. El pescador larga el reclamo hasta el fondo y lo levanta un par de palmos. Luego da tirones del sedal cada pocos segundos, esperando pacientemente. Las más de las veces pueden pasar varias horas sin “picada”, especialmente si no se ha tenido en cuenta el cambio de las corrientes de marea. Cuando la jornada parece haber fracasado irremisiblemente advierte que la tanza pesa mucho más de lo normal, y la recoge sin prisa pero sin pausa. Viene un calamar, y luego otro, y otro… En un instante se ha pasado del sopor a la euforia, sobre todo cuando se asiste a un “remotón”, el nirvana del aficionado a esta pesca: sin que se sepa bien el motivo, los calamares se vuelven locos por atacar los señuelos que llevaban varias horas en el fondo ignorados por completo.
Más temprano que tarde paran de picar, y poco a poco vuelve la calma. El pescador se percata entonces de que tiene la ropa, cara y manos embadurnadas con una especie de baba negra. Claro que si se es un novato en estas pringosas lides, puede bastar un único calamar para ponerse perdido. Pero, ¿qué es y para qué sirve ese oscuro líquido viscoso?
La tinta es una sustancia exclusiva de los cefalópodos. Está compuesta principalmente por melanina, pigmento que le da el color negruzco, y mucus, al que debe su textura glutinosa. La almacenan cerca del recto, en una bolsa que comprende la glándula que la produce, el reservorio y un esfínter. Su función principal es la defensa, aunque la usan para más cosas.
Los cefalópodos son depredadores voraces muy bien preparados para el ataque, si bien son a su vez parte fundamental de la dieta de muchas especies de mamíferos marinos, aves y peces. Para defenderse no quieren saber nada de aquello de que “la mejor defensa es un buen ataque”. Siempre intentan evitar el encuentro recurriendo a sus extraordinarias dotes de camuflaje.
Pero no solo se vuelven casi invisibles, sino que poseen dos habilidades añadidas determinantes: un complejo sistema sensorial y rápidos movimientos. Mientras el depredador merodea por las proximidades, es sometido a una vigilancia intensiva y, en función del comportamiento de éste adoptan las decisiones apropiadas, ya sea permanecer ocultos o activar el múltiple arsenal defensivo secundario.
Cuando se sienten descubiertos, lo más habitual es que intenten huir gracias a la “propulsión a chorro”. Mediante contracciones rápidas e intensas del manto provocan la salida de agua a través del sifón y, por el principio de acción-reacción, el animal se desplaza en sentido contrario. Otros prefieren insistir en el camuflaje, “encender” las luces, alterar el color, la textura de la piel… Existe tal cantidad de respuestas impredecibles que a su conjunto se le denomina “comportamiento proteano ”, tomando este nombre del mítico Proteus que frustraba a sus captores gracias a su permanente cambio de forma. Es en estas delicadas situaciones cuando la tinta resulta ser un excelente “plan B” de supervivencia.
Prácticamente todos los cefalópodos coleoideos tiene la capacidad de expulsar tinta, si bien algunos la han perdido. Los nautilus actuales no poseen bolsa de tinta, aunque los registros fósiles indican que sus ancestros sí la poseían. La causa de esta pérdida se imputa a la fase de la evolución en la que se vieron obligados a desplazarse a aguas profundas, donde no era necesaria .
Usar la tinta tiene su técnica y los teutólogos han descrito dos maneras distintas. La más elaborada es la creación de “pseudoformas”: expulsan bolas de tinta con mucho mucus, compactas y de tamaño similar a su creador. Al quedar suspendidas en el agua confunden al atacante mientras la potencial presa huye. Esta estrategia es bastante común en calamares y sepias juveniles.
El otro método se basa en la expulsión masiva de tinta sin apenas mucus, que al mezclarse con el agua produce una gran “cortina de humo” tras la cual desaparece de la vista de su perseguidor. Es el preferido por pulpos y sepias adultas.
Cuando deciden recurrir a la tinta, lo primero que hacen es vaciar parte de la bolsa en el intestino, cerca del ano. Éste posee unas pequeñas aletas que servirán de guía para su expulsión. Por un mecanismo nervioso, la salida de tinta se coordina con una brusca contracción del manto, lanzando un chorro de agua que ayuda a dispersar la gran nube negruzca, aumentando la pantalla visual, y de esta forma su eficacia.
Uno de los componentes de la tinta, la tirosinasa, puede irritar los ojos, y provocar el bloqueo del olfato y el gusto en depredadores como las morenas. Se ha observado que los peces afectados agitan la cabeza bruscamente, como queriendo librarse de la desagradable secreción. Se cree que sus efectos no sólo actúan sobre el atacante sino que hace las veces de alarma olfativa poniendo sobre aviso a sus congéneres. Sin embargo, aunque existen ciertas evidencias bioquímicas de esta capacidad irritante, todavía no ha podido ser verificada con rigor.
El color de la tinta también es variable, sobre todo en función del hábitat en que vive el animal. Cuanto más negra es, más melanina posee, y sintetizarla supone un notable coste energético. En las zonas costeras bien iluminadas es importante que la tinta sea muy oscura, lo que implica un aumento en la producción de melanina con el consiguiente gasto de energía. Esto no representa un problema al tratarse de ambientes en los que se dispone de alimento en abundancia para recuperar fuerzas. La situación cambia a peor al adentrarse en aguas profundas, donde la comida escasea cada vez más, complicando la necesaria reposición de energía.
Afortunadamente para los cefalópodos, en estas situaciones la física les va echar una mano. Los colores que componen la luz solar no penetran por igual en el medio marino, sino que son absorbidos de forma diferente al alejarse de la superficie. Tan sólo a pocos metros el rojo ya se ve negro. Luego, ¿para qué desperdiciar energía produciendo tinta negra, si con menos melanina se obtiene igual resultado? Este es el motivo por el que cuanto más profundo es el hábitat, más rojiza es la tinta, sin que ello merme en absoluto la eficacia de la defensa.
Al seguir descendiendo llega una cota en la que hay poca o ninguna luz. Aquí ya poco importa el color de la tinta pues el depredador no la verá. La mayoría de los cefalópodos que habitan en estos inhóspitos parajes han perdido la capacidad de producir tinta. Para que se viera, tendría que ser luminiscente, y esa es la solución que han adoptado algunos calamares como Heteroteuthis dispar.
Aunque está demostrado que la función principal de la tinta es su uso como arma defensiva, tiene otras utilidades. Las sepias ponen huevos del tamaño de una uva, fijándolos al talo de algas o gorgonias, formando un apetitoso racimo para cualquier animal que se tope con ellos. Para hacer más difícil su descubrimiento introducen tinta en la cubierta de los huevos, dándoles un color negro intenso que facilita su camuflaje. Los investigadores han observado inesperadas expulsiones de tinta en ausencia de depredadores, que incitan a pensar en la posibilidad de que también funcione como código de señales para comunicar estados de ánimo o de carácter sexual. Sorprende que, partiendo de algo tan sencillo de interpretar “a priori” como es la tinta, a poco que se profundice en el tema podemos ver lo mucho que queda por aprender. Como en todo.
Tintero
¿Tiene algo que ver esta tinta con la que usamos al escribir?
En principio no. Decimos “en principio”, porque la verdad es que en algunos casos sí.
La tinta de escribir fue inventada simultáneamente en China y Egipto, alrededor del 2500 a.C, hecha con una base de hollín. A partir de la Edad Media ya estaba compuesta de goma arábiga, sulfato de cobre, taninos y agua. Hoy en día, se usan tintes sintéticos, combinando ácido tánico, clorhídrico diluido, sales de hierro y fenol. Suele incluir un agente secante, un adherente y un potenciador de color.
Pero hay una tinta que sí está relacionada con los cefalópodos, la tinta “sepia”, de tono rojizo-marrón que, una vez preparada, es usada por dibujantes y pintores artísticos. La extraen de las bolsas de tinta de la Sepia officinalis. Se comenzó a utilizar en el siglo XVIII, y tuvo una amplia aceptación durante el siglo XIX.
Hoy en día sigue existiendo en el mercado auténtica tinta de sepia, aunque su uso se reduce a artistas especializados. El término “sepia” se sigue aplicando para definir el color rojo-marrón, por su similitud con la tinta de este cefalópodo.
Sabías que…*
El propio nombre del calamar tiene su origen en la palabra calamus: caña o pluma para escribir. En el latín vulgar el tintero se llamaba calamarius, que contenía la tincta, femenino de tinctus, tinto, aludiendo al color del líquido usado para escribir. De ese calamarius viene el nombre de calamar, debido a la bolsa de tinta que tiene este cefalópodo.
Publicado por: lakolbachan
Referencia: http://www.casaciencias.org/Aquarium/Humboldt/Cefalopodos/histnat/tinta.html

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