Caillois también narra el incidente…

"... Fue el 30 de noviembre, hacia las doce y media, que la tripulación del Alectón descubrió ese terrible cefa­lópodo, nadando al costado del buque. El comandante inmediatamente dio la orden de parar y, pese a las di­mensiones del animal, maniobró para apoderarse de él. Se dispuso un nudo corredizo para intentar agarrarlo; a toda prisa se cargaron los fusiles y se prepararon los arpones. Pero a los primeros disparos se zambulló el mons­truo, pasando por debajo de la nave, y pronto reapareció por el otro lado. Fue atacado de nuevo con los arpones y después de recibir varias descargas, desapareció dos o tres veces, volviendo casi en seguida a flor de agua, agitando sus largos brazos. Pero siempre la nave lo seguía o se detenía, según los movimientos del animal. Esta ca­cería duró más de tres horas. El comandante del Alectón quería a toda costa acabar con esta nueva clase de ene­migo. Sin embargo, no se atrevió a arriesgar la vida de sus hombres haciendo armar una embarcación que el monstruo hubiese podido hundir, al agarrarla tan sólo con uno de sus formidables brazos. Los arpones que le dis­paraban penetraban en sus carnes fofas y salían sin re­sultado. Varias balas lo atravesaron en vano. Sin embargo, recibió una que pareció herirlo gravemente, pues vomitó en seguida gran cantidad de espuma y sangre mezclada con materias pegajosas que despidieron un fuerte olor a almizcle. Fue entonces cuando se logró atraparlo con el nudo corredizo: pero la soga resbaló a lo largo del cuerpo elástico del molusco, y se detuvo solamente hacia la punta, en el lugar de las aletas. Se intentó izarlo a bordo. La mayor parte del cuerpo ya se hallaba fuera del agua, cuando el enorme peso de esta masa hizo penetrar el nudo corredizo en las carnes, y separó la parte posterior del resto del animal. Entonces el monstruo, libre de toda atadura, volvió a caer al agua y desapareció.”